Escultores

José Zamorano Martínez
José Zamorano Martínez
1929 - 2008

Nace en Hellín (Albacete) el27 de octubre de 1929, en un molino movido por agua existente desde la época de Felipe 11, y que, regentado por su padre, era el sustento familiar.

Zamorano decía que’ nació escultor; que de niño su ilusión era modelar el barro, y que mientras otros niños jugaban a sus juegos, él, con su arcilla, modelaba: un san Juan, un Cristo Yacente, tronos, etc. Todo lo que modelaba, la madre lo llevaba a exponer en los escaparates de la calle más transitada y aprovechaba las visitas que a Hellín realizaban los escultores Federico Coullaut-Valera y José Fernández Andes para presentarles las creaciones de su hijo. Ambos escultores fueron quienes desde 1940 comenzaron a dotar a Hellín del patrimonio imaginero actual, tras las pérdidas del verano de 1936. A ellos se unirían Mariano Benlliure, Víctor de los Ríos y nuestro paisano.

Por el ímpetu materno la familia, aun careciendo de medios suficientes para costear los estudios, emprende junto a amistades la búsqueda de ayudas, consiguiendo una pequeña beca de la Diputación Provincia  y una subvención del Ayuntamiento de Hellín. Con ello a los 17 años, Zamorano se traslada a Madrid y es bien dirigido en su formación por el escultor sevillano Fernández Andes; aprende el oficio en el estudio de Federico Coullaut-Valera y modela, como alumno libre, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Durante los dos años de permanencia en Madrid, acude a dibujar al Museo de Reproducciones en el Casón del Buen Retiro y realiza dibujo al natural en el ático del Círculo de Bellas Artes.

También asiste a clases de Ángel Ferrant, de este escultor menos conocido por el mundo cofrade, podemos decir que fue un artista muy comprometido con las vanguardias de su época y durante toda su trayectoria artística experimentó con nuevos materiales y conceptos plásticos, y además destacó por su importante labor de renovación de la pedagogía del arte.

En 1949 ingresa como alumno oficial en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, donde trabaja sobre todo la pintura, real izando cuadros que consigue vender, con-siguiendo financiar su estancia, pero no estaba muy conforme con la formación en escultura. A esto se le une una enfermedad que le hace perder varios meses del curso, decidiendo dar por finalizada su formación en Valencia y regresando a casa.

Entonces en Hellín, ya empieza esculpir obras que consigue vender. Éstas fueron unos tamborileros y unos desnudos para decorar el Teatro Victoria. Termina en 1950 su primera obra para la Semana Santa de Hellín, Ntra. Sra. de la Amargura, la cual regala a la cofradía de la Santa Cruz. Se trata de una imagen de María, llorosa y en pie, asida a la cruz, que forma una bella composición, plena de efectismo.

En 1951 cumple con el Servicio Militar en un acuartelamiento de Melilla, donde da a manifestar sus dotes de escultor, y por ello lo dedican a tallar ya esculpir. A la vuelta, y durante varios años, alternó su oficio de molinero con el modelado y ejecución de sus obras. No podía dejar el molino porque, en realidad, era el medio de subsistencia familiar. Cuando le llegaba la inspiración se ponía a dibujar bocetos, hasta en paredes, o modelaba inmediatamente en el barro preparado. Como tenía que mover los sacos, echar espuertas de cebada en la torva, coger la harina con la pala, se quejaba de que con la fuerza que tenía que hacer en el molino se le iba el pulso para poder modelar por las noches.

Siempre siguió formándose y quien con él conversaba apreciaba lo gran conocedor del mundo del Arte (Pintura, Escultura, Música y Arquitectura), de la Tauromaquia o del Flamenco.

SU OBRA
Zamorano se definía como escultor y no como imaginero, porque su obra, en general, es muy abundante, estando realizada en madera, piedra, mármol, bronce, barro cocido y cemento. Muchas de estas piezas se encuentran repartidas por diversas ciudades españolas y algunas por el extranjero (Inglaterra, Perú).

Tiene catalogadas más de cien obras de esculturas no religiosas: bustos, para celebridades locales o nacionales, y monumentos que adornan plazas y jardines.  Por su afición taurina fue requerido para esculpir obras taurinas, algunas de ellas, han pasado a ser reproducciones para trofeos.

La escultura religiosa no procesional la trabajó en distintas facetas, por ejemplo, en bronce, creando fundadores o patronos de ordenes religiosas o imágenes para panteones; labró la piedra y el mármol en creaciones para fachadas de templos; para altares mayores talló la madera sin policromar en crucificados o advocaciones parroquiales.

SU OBRA PASIONARIA
Con su obra realizó una auténtica catequesis de la vida y Pasión de Jesús, creaciones para el culto y para servistas en procesión. Aquéllas que permanecen en la ciudad de Albacete fueron mostradas en exposición organizada por la Junta de Cofradías de Semana Santa de Albacete.

De manera extraordinaria, y en homenaje póstumo, la obra hellinera salió en procesión el
pasado 21 de marzo de 2009, siendo acompañada por cofrades de otras localidades, que rinden culto a otras imágenes «zamoranas».

Como última obra volvió a tallar a María Dolorosa asida a la cruz, que permanece en su Molino-taller. Por último, añadir que el anhelo de Zamorano era crear una fundación, en su más que centenario molino y con su diverso patrimonio artístico y local recopilado.